Un quebracho de 300 años agoniza frente a vecinos y ambientalistas

Por Alicia Córdoba


El quebracho blanco centenario de Villa Allende, removido para ampliar una avenida, puso en evidencia el 97% del bosque nativo que no está en la provincia de Córdoba. El proceso de confrontación y defensa ambiental, congregó a profesionales, funcionarios gubernamentales y del poder judicial, ONGs, y personas reconocidas que enviaron su apoyo junto a un acampe de 31 días en pleno invierno, En el desenlace se agregó la cobertura de los medios y mucha presencia policial, tensiones y agravios. Detrás del vallado, un quebracho agonizante y la gente “de a pie” continúa preguntándose por qué.

A unos días de la extracción del Quebracho, surgen voces de diversos ámbitos a tratar de armar la historia que nos contaremos en el futuro. De estas voces, sorprende la nominación en algunos medios, de participantes “vecinos” y “ambientalistas”.

Los “vecinos” se refieren a los residentes de Villa Allende (ejido municipal que contenía este árbol centenario) que pagan sus impuestos y son considerados por los funcionarios como “la ciudadanía”.

Los “ambientalistas”, parecen ser individuos que se preocupan por el medio ambiente, que mantienen posturas neutras o positivas que son necesarias y valoradas por la sociedad. Pero cuando se muestran disconformes con el accionar de los funcionarios, son nombrados de forma peyorativa para menospreciar sus opciones haciéndolas ver como exageradas, ingenuas o irrealistas. En algunas de las voces que rodearon al quebracho blanco, los ambientalistas fueron agrupados bajo un estereotipo negativo como una táctica para deslegitimar sus razones.

Los individuos que se fueron acercando al quebracho de la Avenida Luchesse personalmente o por las redes quedaron conmovidos y sólo pudieron sentirse humanos, en parte responsables de estas injusticias. Y cuando pudieron visitar al lugar físico y tocar ese imponente árbol, abrazaron esta causa con el corazón desde la impotencia. El paso siguiente fue sumarse a la difusión, al debate en sus ámbitos cotidianos tratando de explicar lo que era tan claro y simple: la solución era mover la traza.

Vecinos y ambientalistas dialogaron en los 31 atardeceres del acampe y coincidieron en que la obra de la ampliación del segundo carril de la Avenida Luchesse es querida y necesaria. Asistieron a las clases públicas bajo la copa protectora del árbol contenedor de nidos y refugio de aves. Analizaron proyectos viales alternativos y escucharon oficios judiciales en ese lenguaje dificultoso de repetir. Pero, sobre todo, se sintieron parte de una comunidad que buscaba razones, argumentos que servirían para resolver problemas de tránsito sin seguir alterando el ambiente natural en lo posible.

Y fue en esta asamblea donde sobrevolaba el fantasma de otras causas perdidas, que son parte de esta gran causa que llamamos “efectos del cambio climático” y que en la provincia de Córdoba se asocia con desmontes, incendios, desertificación. Y que son justificadas por la realización de urbanizaciones, autovías, progreso.

“El vecino de Villa Allende quiere la doble vía, yo camino por las calles y lo que quiere es que talemos el árbol y que se libere la ruta”, dijo el intendente Pablo Cornet, mientras trataba de incluir en su lógica discursiva la “Rebelión de las grúas”, cuando las ocho empresas de grúas e izajes de la provincia acordaron no formar parte de la obra, para evitar asumir la responsabilidad de arrancar un árbol nativo que no admite trasplantes. “Las personas que están resistiendo en ese lugar son muy pocas y la mayoría no son de Villa Allende”, terminó de decretar Cornet, separando claramente sus votantes de los ambientalistas que le impedían continuar su obra vial.

Vecinos y ambientalistas dejaron de buscar razones y argumentos cuando cayó el último engaño mientras se realizaba la Conferencia Climática Internacional (CCI) y para distraerlos se organizó una reunión de funcionarios y ciudadanos que lejos estuvo de buscar una solución adecuada a la controversia.

Mientras en la CCI el Gobernador Llaryora proclamaba en el mensaje inaugural el propósito de “elevar nuestra voz para defender el ambiente”, y la ministra Victoria Flores invitaba a que “más gente se sume a participar, porque entendemos que el cambio empieza en cada conducta humana”, la empresa Caminos de las Sierras ejecutante de la obra y propiedad de la provincia de Córdoba, persistía en no mover la traza. Todos los argumentos y proyectos cayeron en un agujero negro.

Los días siguientes fueron de un claro disciplinamiento social. Sin ya nada que aparentar cuando terminó la CCI, el lugar se llenó de una decena de camionetas de la fuerza policial, infantería, escudos antipiquetes, la división canes y caballería. El operativo fue completado por el grupo ETER, junto al mismo ministro de Seguridad.


Así, vecinos y ambientalistas, entendieron que el quebracho era el árbol que dejaba expuesto el bosque que ya no está. Dejaba expuesto que al presente no se sabe por qué no se pudo correr la traza, porque el Gobernador y la ministra de Ambiente estuvieron remarcadamente ausentes en el quebracho, pero activamente presentes en la Conferencia internacional que terminó sonando a una farsa. Quedó expuesto que las fuerzas de seguridad sólo están para algunos intereses, porque la fuerza sigue siendo superior a la razón.

El quebracho arrancado, con menos de un 30% de su sistema de raíces cortadas, que estuvieron expuestas al aire por días, podado en sus ramas en una época no adecuada,

quedó en un pozo a 22 metros de donde crecía fuerte y vigoroso. Si llega a sobrevivir será un símbolo del 3% del bosque nativo que queda en la Provincia de Córdoba. Y aunque muera, será un símbolo que nos ayudará a ver el bosque que nos falta.

Y vecinos ambientalistas se dieron cuenta que hay muchas historias que no tienen un final feliz. Pero que hay historias que cambian la vida de vecinos, de ambientalistas y que son esos vecinos-ambientalistas, los que van a cambiar la historia

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